La semana pasada en una reunión de cierre de fin de curso un maestro me señalaba “hemos dedicado muchos recursos humanos y económicos a ayudar a Juan y pensamos que algunos de sus compañeros se van visto desfavorecidos por esto, porque les hemos quitado tiempo y recursos a ellos”…me quedé pensando un rato, y les contesté: ¿por qué lo sienten así?…ell@s replicaron: “porque hay que adaptar la clase, los contenidos, todo en torno a Juan”
Se me apretó el pecho al sentir como todo una vez más recaía sobre Juan, y pensé que probablemente esto es lo que siente Juan día a día…En ese momento entendí que el problema no es de Juan, ni del colegio en particular, el problema real es la falta de cultura en torno a la salud mental.
Estamos inmersos en una cultura donde las cosas tienen que marchar en una sola dirección, la de superar rápidamente los “obstáculos”, pero no damos espacios ni tiempo a encontrar otros caminos, a respetar otros ritmos, a la reflexión , etc. Y la infancia es todo lo contrario a esto, es la etapa que más requiere adaptación y flexibilidad de los adultos que la acompañamos.
En el caso de Juan es cierto que necesita más ayuda que sus compañeros, pero la ayuda que él necesita también puede ser útil para los demás. Es decir el hecho que su pares tengan la experiencia de entender la diversidad en el aprendizaje, de apoyar a otros que lo necesitan (compañerismo), de observar a los adultos poner en práctica la empatía y la paciencia, etc. Todo ello son vivencias enriquecedoras, y forman parte de crear una cultura de salud mental, de tener entornos respetuosos y bien tratantes, y justamente es esto lo que puede marcar una gran diferencia.
En conclusión, no se trata de poner un auxiliar en aula solo para Juan, sino que tanto los adultos como los niños puedan entender que hay ritmos y necesidades diferentes. Ya sé que algunos dirán que está muy bien, pero que en la práctica no es así, y que los niñ@s tienen que aprender X contenidos. Sí, es cierto en cierta medida, pero la realidad es que ese niñ@ se va a tardar muchísimo más en “lograr” todo ese aprendizaje esperado sin un entorno que le comprenda, apoye y acepte.
Tener en cuenta estos 3 principios básicos te puede ayudar a enfrentar diferentes situaciones con los niñ@s en el aula:
– Toma el tiempo necesario para comprender y hacer que los otros también entiendan lo que hay más allá de la conducta (emociones, creencias, etc).
– Coordina con tus compañeros de trabajo tareas o áreas para trabajar de forma común, esto es una responsabilidad compartida. (Ej. Trabajo para conocer las emociones).
– Ante la duda o la necesidad de ayuda deriva a profesionales de la salud mental.